- Esta sería la primera masacre que se da este año en la ciudad de Medellín.
Alrededor de las 12 y 30 de la madrugada, del domingo 15 de diciembre, la tranquilidad en el sector de la carrera 43A con calle 67, del barrio Manrique Central, se acabó cuando se empezaron a escuchar disparos que, inicialmente, se confundían con la pólvora. La escena mortal se presentó en el segundo piso de una edificación donde compartían cerca de quince personas, con música a alto volumen y consumo de bebidas alcohólicas, fiesta que había comenzado, según vecinos, desde el mediodía del sábado.
Según las autoridades, allí llegaron cuatro hombres con armas de fuego e intimidaron a los presentes, algunos de ellos en medio de sus borracheras. La presencia de los intrusos dejó como saldo tres personas muertas y a una herida. Al llegar la policía, encontraron en el lugar una pistola Gloch 9 milímetros.
El comandante de la Policía Metropolitana, general William Castaño Ramos, aseguró que dos de las víctimas eran de nacionalidad venezolana: Franklin Júnior Abello Batista, de 30 años, y Johan Carlos Hernández García, de 20 años.
Juan Diego Valencia Rojas fue la tercera víctima, éste era un joven de 28 años, de nacionalidad colombiana; era conocido como “El Pollo”. Se manifiesta que era un vecino, que a esas horas estaba elaborando un pesebre, pero al darse cuenta de que estaban amenazando a los vecinos llegó a intermediar, pero también fue asesinado.
La persona que quedó herida, aprovechó un momento y saltó por el balcón. Así llegó a una casa de límite donde asesinaron a sus compañeros. Se quedó escondido hasta que llegaron los policías, quienes lo remitieron a un centro asistencial.
El general Castaño Ramos indicó que: “Se pudo establecer que entre las víctimas había antecedentes por hurto, receptación, tráfico de estupefacientes y porte ilegal de arma de fuego”.
Son dos las hipótesis que se manejan frente a este episodio, una es que habían ingresado cuatro sujetos para hurtar elementos de valor a quienes estaban rumbiando. Ante esta situación se presentaron forcejeos entre los fiesteros y los intrusos.
Otro comentario que se escucha voz a voz, tiene que ver con una presunta desobediencia de los inquilinos del apartamento donde se protagonizó la masacre, a quienes se les había solicitado que le bajaran volumen a la música que escuchaban, pues perjudicaban la tranquilidad de las familias de ese perímetro. Se escuchó, que desde que llegaron a vivir a ese apartamento, la vecindad no podía descansar ni dormir bien.
Después de dejar teñido de sangre el pequeño apartamento, los respondables se escaparon en un automóvil. Esta tragedia se efectuó a escasos cincuenta metros del lugar donde se ejecutó otra, el 31 de julio de 2023, en la esquina de la calle 67 con la carrera 43, donde murieron dos personas que se encontraban en un taller de motos.