Desde que se inauguró el Centro Vida Gerontológico El Raizal, este espacio se ha convertido en el “paño de lágrimas” de decenas de personas de la tercera edad, quienes se sienten solos y abandonados por sus seres queridos.
Este lugar construido por la Alcaldía de Medellín, para que la población adulta realice sus actividades de mantenimiento físico, danzas, juegos de mesa, baile, celebración de cumpleaños, etc, no es solamente eso, sino para abrazar y acoger a los más solos, más que un Centro Vida, es un “centro de amor”.
Una de las vecinas que “no se cambia por nada” es María Eugenia Londoño Loaiza, habitante de Manrique Oriental. Al preguntarle cómo se sentía en el Centro Vida, la respuesta fue emotiva e inmediata. “Yo me siento feliz en este Centro Día, porque es un sitio a donde venimos para salir de la rutina. Acá hay muchos compañeros que están en la soledad, compañeros que necesitan mucho amor, cariño y acá se les da. Además, ellos cuentan sus historias, y cuando los escuchan ellos se sienten muy importantes, pareciera que se desahogaran”, sostuvo María Eugenia.
“La mayoría de los adultos mayores tienen hijos, pero ellos se mantienen con sus ocupaciones, otros viven solitos; por eso esto acá es una bendición, no solamente porque hay un alimento, sino porque se pasa bueno, interactuamos, hacemos la gimnasia, conversamos, bailamos, jugamos y aprendemos”, dijo.
Otra usuaria que nos abrió el corazón fue Rosmira Ruiz de Olivera, de Manrique Oriental, esto nos dijo: “Cuando yo llegué a este Centro Vida, yo era una persona muy amargada –se le vinieron lágrimas- porque tenía muchos problemas, lloraba diario, yo no sabía para dónde coger; a mí se me murieron cuatro seres queridos: mis tres hermanos y mi esposo, yo quedé sola, la vida se me amargó muy horrible, yo quería morirme”.
También nos dijo que “tenía un hijo y también me lo mataron. Ahí fue cuando me vine para el Centro Vida. Estaba que me enloquecía. Cuando llegué acá todos me acogieron, el sicólogo, todos y me dieron esa moral, todos me ayudaron a sacar esa cosa que yo tenía, yo creo que era depresión. Acá esto es genial todos son muy buenos con uno. Lloro porque todavía siento algunos dolores, pero ya es muy distinto”, dijo.
La comunidad de la tercera edad, de las distintas comunas de la ciudad, espera que no se prolongue mucho tiempo la reapertura de los centros vidas de la ciudad, porque estos lugares son el mejor refugio para ellos.