Édgar Manuel Tapia Estrada, es uno de los cientos de jóvenes hijos de familias antioqueñas que no han podido continuar sus vidas como quisieran, en sus fincas o en sus parcelas, porque grupos delincuenciales decidieron lo contrario. Por esta razón su familia, compuesta por sus padres y cinco hermanos, tuvo que emigrar desde Cáceres, Bajo Cauca antioqueño, hacia las laderas de Medellín. Actualmente están asentados en el barrio Santo Domingo Savio.
Este joven tiene claro que debe respetar las normas, estudiar y alcanzar un empleo digno y, así, ayudarle a sus padres y, posteriormente, formar su hogar en un futuro.
Por la pandemia no le ha sido fácil responder con los compromisos académicos, puesto que todo es virtual. No siempre tiene el internet o los datos para conectarse y devolver sus tareas.
Aun así, este mes, el Cepar (Centro de Formación para la Paz y la Reconciliación), de la Alcaldía de Medellín, le certificó un importante logro: aprobar el grado noveno. Eso lo llenó de orgullo a él y a toda su familia. Fue el día que recogió frutos; además, fue seleccionado para dar el discurso de agradecimientos y de felicitaciones de parte de todos sus compañeros. La ceremonia se llevó a cabo en el auditorio del Museo Casa de la Memoria.
Como otras familias, la Tapia Estrada, estaban muy feliz por este nuevo peldaño alcanzado por Édgar Manuel, quien ahora tiene en la mira culminar su bachillerato en el Cepar, y estudiar ingeniería de sistemas. Eso lo tiene entre “ceja y ceja”. En la actualidad hace las prácticas de técnicas en aseo por cuenta del Sena.
Así, Édgar Manuel, le marca el camino a sus otros hermanos, demostrándoles que es con sacrificio y pasión que se logran los buenos propósitos. Felicitaciones a él y para todos aquéllos que a través de la educación y la formación, les aportan a sus familias y a la misma sociedad: